Hace unos años estudié con Patch Adams en EUA.
Y uno de los ejercicios que mejor recuerdo consiste en hablar sobre las veces que ayudar te a ayudado, es decir que recibiste algo, en el proceso de ayudar a otra persona. No como recompensa, sino como parte del proceso natural de ayudar.
Para hacerlo más interesante, la persona a la que le cuentas esto, no puede comentar nada.
Así es, está absolutamente callada y tú tienes que seguir hablando al respecto de esa vez que ayudaste a alguien y los beneficios que obtuviste al hacerlo.
Sin que la persona que escucha te pueda dar retroalimentación o algún comentario para continuar la conversación.
La primera vez me resultó difícil.
El ejercicio te obliga a detallar la situación. Incluso hablar de lo que sentiste, más allá de “recibí la satisfacción de haber ayudado”.
Gracias a este ejercicio, hoy presto más atención a que sucede cuándo ayudo a otros y he descubierto algunos secretos:
- Tener fama de “ayudador” hace que otros ayudadores se acerquen y que la gente quiera ayudarte.
- Mentorear puede servirte para recordar en dónde empezaste, ver lo absurdos que te parecen esos miedos ahora. Eso quiere decir, también, que en el futuro tus miedos de hoy, también te parecerán absurdos.
Patch resume esta situación en la frase
Cuándo das un abrazo, recibes un abrazo
Así el altruismo tiene su toque egoísta. Puede ser provechoso para ambas partes.
Puedes aplicar esto en tus metas de alimentación.
Si te falta motivación para hacer últimos ajustes o para mantener cambios que ya has hecho, aconsejar a alguien que empieza, puede darte un empujón. Saber que otros siguen tus pasos es una excelente fuente de motivación.
#JulioUriega #Nutreamor
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