¿Por qué hay tanta contradicción en las recomendaciones de salud? – explicado con un cuento.

LA FÁBULA DE LA IGNORANCIA

Para la fábula de la ignorancia necesitas tres personajes; la certeza, el miedo y la duda. Los tres tienen una misión; descubrir lo que hay dentro de un cuarto oscuro, al otro lado de una puerta de madera. La única pista que les hemos dado es que se trata de una especie de felino.

– Basados en el tipo de felinos que normalmente hay en los cuartos, lo más probable es que se trate de un gato o de un juguete de peluche. – Dice la certeza, segura de sí misma.
– Existe la posibilidad de que se trate de una pantera. Asegurar lo contrario es peligroso ¿Qué pasa si entramos y el animal nos ataca? Moriríamos por creer en información errónea. – Contesta el miedo, visiblemente preocupado.
– En realidad, hay varias cosas que no sabemos. Investigarlas podría darnos más información sobre el tipo de felino que está dentro del cuarto. Para empezar, no sabemos el tamaño del cuarto. Si éste es pequeño, sería menos probable que se trate de una pantera. Si, por el contrario, el cuarto es grande, entonces todas las alternativas son posibles. Tanto puede haber una pantera en un cuarto grande, como un peluche.

Considerando la situación, decidieron que lo mejor era hacer experimentos. El primero, el más sencillo y seguro (por si acaso el miedo tenía razón) es escuchar a través de la puerta. Así lo hicieron durante una hora sin escuchar absolutamente nada del otro lado.

– ¿Ya ven? Es un peluche. Es el único tipo de felino que no hace ruido. Cualquier otro lo habríamos escuchado moverse. – Anuncia la certeza feliz de haber llegado a la respuesta.
– En realidad, las panteras pueden pasar mucho tiempo sin hacer ruido. Y no es raro que los felinos en general pasen varias horas acostados en un sólo lugar. Más probable aún si consideras que el cuarto está a oscuras. – Contesta el miedo, exasperado por la obstinación de la certeza.
– Necesitamos escuchar por más tiempo. – declara la duda. Así lo hacen, durante un día completo, hasta el momento en que escuchan el ruido de un objeto caer al piso.
– ¡No es un peluche! – Grita el miedo emocionado – Los peluches no tiran cosas. Además quisiera hacer notar que no ha maullado durante todo un día, así que tampoco puede ser un gato. Tiene que ser una pantera.
– Acepto la situación del maullido, sería raro que un gato no maullara durante todo un día. – Admitió la certeza resignada. – Sin embargo, creo que si fuera una pantera, habría hecho más ruido. No es un animal pequeño. Yo creo que la explicación más simple es que algo cayó dentro del cuarto. Las cosas mal acomodadas tienden a hacerlo con el tiempo. Sigo pensando que es un peluche.

Con respecto a que no es un gato, la duda está de acuerdo con la certeza y el miedo. Al mismo tiempo, sospecha que podría haber otras respuestas. No necesariamente se trata de una pantera, aunque sí es probable que se trate de un felino vivo. No está bien mantener a un ser vivo encerrado sin comida por tanto tiempo. Lo cual le da una idea para el próximo experimento. Los felinos de peluche no comen, mientras que los vivos sí que lo hacen. Así que, para averiguar si el felino dentro del cuarto está vivo, sueltan un ratón por debajo de la puerta y esperan a ver si vuelve. Si lo hace, no fue comido y el felino es de peluche. Si no vuelve, el felino se lo comió.

– ¡No hay rastro del ratón! La pantera se lo comió. – El miedo festeja la muerte del ratón.
– Hay algo que no tomamos en cuenta. – Dice la certeza – No hay nada que haga al ratón volver. Por eso sigue dentro del cuarto. Necesitamos enviar otro ratón, pero esta vez atado a un hilo, para jalarlo después de un tiempo y recuperar al ratón. Eso demostrará que no hay una pantera dentro que se lo coma.

Consiguieron un hilo bastante largo y resistente para que el ratón no lo mordiera, lo amarraron al desafortunado roedor y lo soltaron dentro de la habitación. Y con eso, quiero decir que la duda lo hizo, mientras la certeza y el miedo discutían más razones por las que el felino es un peluche o una pantera, respectivamente. Al pasar un par de horas, notaron que el hilo dejó de moverse. Lo jalaron para obtener sus resultados. Lo encontraron rasgado y sin ratón.

– Finalmente. ¿Qué más evidencia necesitas de que el felino dentro del cuarto es una pantera?
– ¿Porque no hubo un jalón fuerte antes de dejar de moverse? Simplemente se detuvo. – esta vez fue la duda el que respondió.
– Las panteras tienen más fuerza y habríamos visto al hilo moverse, igual que cuándo pescas un pez grande. Definitivamente hay algo vivo que mató al ratón. Pero no es una pantera. – Complementó la certeza.

El ratón era pequeño y eso les dio información pequeña. Es momento de intentar con algo más grande. Pero para hacer eso, es necesario abrir la puerta. Abrir la puerta de una habitación dónde cada vez es más creíble encontrar una pantera, no es cosa fácil. Por suerte, la certeza es buena amiga de la tecnología y consiguió que les enviara una maquina hecha especialmente para esa situación. Mientras tanto, como el miedo temía que el felino muriera, siguió enviando ratones atados al hilo para alimentarlo. Cada vez volvió sin ratón y cada vez desapareció sin el gran tirón que habría hecho una gran pantera.

Cuando llego la máquina vieron que el espacio que podría abrir era aún pequeño. Sin embargo decidieron que sería lo suficientemente grande para meter un perro mediano.

A los pocos minutos de iniciado el nuevo experimento, escucharon una reacción. Además de los ladridos y quejidos del perro, hubo maullidos, pero estos eran largos y graves. Al recuperar el hilo para obtener sus resultados, lo encontraron aún atado al canino.

– Eso no fue una pantera. – Afirmó la certeza.
– Aun así, sonaba salvaje. – Contesto, afectado, el miedo.
– ¿Qué felino hace un sonido así? ¿Por qué no lastimó al perro? – respondió la duda.

Otra buena amiga de la certeza es la bibliografía, así que la llamarón, para preguntarle sobre los extraños maullidos que escucharon dentro de la habitación oscura. La respuesta fue rápida y directa. Es un lince.

– Así que tenía razón. Es más probable que se trate de un gato pequeño, porque es más probable que se trate de una habitación pequeña. – Dijo la certeza maravillada de sí misma.
– Y yo tenía razón al preocuparme de que fuera algún felino salvaje. Si hubiéramos entrado, podríamos haber sido atacados por un Lince. – Respondió el miedo satisfecho.
– Están hablando de sus logros ¿Por qué nunca hablan de las cosas que ignoran? – Murmuró para sí la duda. – ¿Podríamos confirmarlo? ¿Es posible entrar a un cuarto oscuro con un lince? – Dijo, ya en voz alta, la duda.
– No sin equipo de protección adecuado. – Dijo el miedo.
– Volveré a llamar a la tecnología.

Esta vez la tecnología envío equipo de protección y una linterna. Dentro, encontraron un lince. Éste se abalanzó sobre la certeza. Pero, gracias al equipo de protección, y al trabajo en equipo entre la certeza, el miedo y la duda, nadie salió herido.

  • Julio Uriega: https://linktr.ee/juliouriega
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